La música dispara la imagen que dispara la palabra. Quizás lo que se encuentre sea, en efecto, el botón que une el pensamiento con el cuerpo. La manifestación de un impulso vital que se desliza de un soporte a otro, de un ritmo a otro, de una fotografía a otra. Un relámpago, un punto de vista que se derrama y expande, la acción suspendida en plena transición. La experiencia será entonces la de una imagen total que nunca está completa: inquieto, compuesto de fragmentos, el universo que proponen y en el que dialogan estas obras es siempre escurridizo: la luz revela y oculta, la mirada enfoca y multiplica, el movimiento articula y desarma. Y concede, con especial delicadeza, habitar por un instante el vértice de aquello que no se puede retener.

Andrea Franco